Como le ocurre al Principito con su rosa, también cada uno de nosotros podemos vivir una historia única con nuestro gato. Todo depende de nuestra capacidad de amar, porque el gato (Shika) siempre está ahí esperándonos para iniciarla o, por qué no, para continuarla donde tristemente la dejáramos un día.
La conexión entre el gato y nosotros va de sentimientos, de ese misterioso lugar del que tanto y, a la vez, tan poco conocemos. Ocurre allí donde cada historia es irrepetible y difícil de definir con las palabras. ¿Y a ti, la vida te llevó al reino del amor de la mano o, mejor, de la patita de tu adorado gato del alma?
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